Hace poco tuve la suerte de pasar una semana aprendiendo con la Unidad de Paliativos del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid. El contacto directo con personas que se aproximan al borde del abismo de la muerte es una experiencia que ha dejado en mí una huella muy profunda. Por un lado, el dolor y la rabia que acompañan a estas situaciones me despertó fantasías angustiantes en torno a la finitud de esta vida, tanto la de las personas que tenía enfrente como la de mis seres queridos, a los cuales es difícil no recordar en estos momentos tan extremos. Por otro lado, sin embargo, compartir estas vivencias con personas que aceptan su destino con la calma que pude observar en algunos de ellos pacificó en mí esos mismos temores.
Solo puedo transmitir el gran respeto que siento por la entereza y la naturalidad con las que alguien que ya tiene un pie en otro mundo es capaz de vivir este proceso. En este sentido, el trabajo que desempeña el equipo acompañando en este viaje a las personas que tienen que realizarlo es importantísimo, lo cual se manifiesta en el eterno agradecimiento que muestran la gran mayoría de pacientes y familiares a quienes ayudan a que estos momentos tan difíciles puedan sobrellevarse sin un sufrimiento tan desbordante.
Adriá Casanovas
PIR Hospital Universitario Río Hortega