Hace algo más de 7 años a mi madre le diagnosticaron una enfermedad devastadora; por supuesto el enfermo es el que lo pasa mal pero los familiares, los que estamos a su lado, los que cuidamos de ella, los que no nos separamos de su lado lo pasamos muy mal.
No sabía hasta qué punto podíamos sufrir a su lado hasta que lo viví en mi piel.
Ver sufrir a mi madre, ver como cada día le consumía esa enfermedad era más duro de lo que yo creía.
Tuvimos la suerte de tener al personal de Cuidados Paliativos del hospital «Los Montalvos»; fueron una ayuda muy importante ya que nos enseñaron como cuidar de mi madre, que gracias a ellos estuvo siempre muy cómoda dentro de su malestar.
Mi madre no quería visitas, pero le hacía mucha ilusión recibirles, la recuerdo con ilusión y como siempre hacia -con una sonrisa-.
Siempre la trataron con cariño, con respeto, con paciencia.
Desgraciadamente mi madre se fue…
Aunque sabíamos cual era el desenlace, nunca me hice a la idea.
Cuando mi madre se fue, cuando se le apagó la vida sentí como mi alma se fue con ella, como mi alegría mis ganas de vivir se acabaron, nunca me sentí tan triste, tan desamparada, sin mi madre mi vida no tenía sentido ya no quería seguir.
Gracias al equipo que me hizo ver que es lo que querría mi madre si pudiera hablarme desde donde está, y que me hizo entender que mi madre siempre estaría conmigo dentro de mí, que la vida seguía siempre con los recuerdos y enseñanzas que me había dejado y que es lo que ella querría.
Gracias a todos por ayudarnos cuando estábamos perdidos y por no dejarnos solos ni después de la partida. Muchas gracias!
Silvia Bravo Gómez