“Este hospital tiene una magia especial”
Fue la frase que escuché en una de las últimas sesiones de duelo en las que tuve la suerte de participar y que define a la perfección lo que he sentido desde el primer día.
Al principio tenía dudas sobre si iba a ser demasiado para mí, me daba miedo porque nunca antes había acompañado a una persona en sus últimos días y no sabía cómo podía afectarme. Lo que ocurrió fue lo contrario, la satisfacción de poder apoyar tanto a los pacientes como a los familiares en esos momentos tan difíciles me inundaba todos los días. He podido ser testigo de los sentimientos más extremos que había visto: la tristeza por la pérdida de un ser querido; el sufrimiento emocional por el deterioro producido por la enfermedad; la angustia por la incertidumbre que, enfermedades como el cáncer crea. Pero también el hermoso sentimiento de agradecimiento a todos los profesionales que trabajan en esta unidad.
He sentido que todos allí tienen un carisma y una dedicación especial, se puede ver cómo el equipo médico mantiene un trato tan cercano y humano con los pacientes que se crea ambiente único. Escuchan si hay que escuchar y apoyan cuando lo creen necesario, aparte de intentar reducir al máximo su sufrimiento físico.
Quiero agradecer particularmente a todo el equipo psicosocial, tanto a las psicólogas como a las trabajadoras sociales por haberme enseñado la importancia de paliar el dolor psicológico y espiritual. Creo que hacen un trabajo maravilloso que se puede ver en todas las personas que, por suerte o por desgracia, pasan por allí. Está en el hospital viendo a los pacientes, hablando con sus familiares, buscando los mejores recursos o incluso acudiendo a sus hogares para apoyarles valorando así su elección personal de estar en su propia casa esos últimos días.
Me he dado cuenta de que los cuidados paliativos no son solamente “que no sienta dolor”, también son mantener la autoestima y, sobre todo la dignidad que todos nos merecemos por muy enfermos que estemos. Y por muy tópico que suene, hasta que no llegué aquí no entendía la importancia de que Vida solo hay una y nunca sabemos lo que pasará mañana.
Laura Mendo Sancho.