Mi paso por la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital de los Montalvos fue en el verano de 2018. Estuve realizando mis prácticas del Máster Universitario en Psicología General Sanitaria.
Los primeros días de prácticas llegaba al hospital con una sensación de inseguridad, ya que me parecía muy difícil poder ayudar a la gente en una situación tan difícil como es la muerte. Además, anticipaba que para mí no iba a ser fácil y probablemente me invadieran sentimientos negativos. Tengo que decir que todo esto no fue así, y que, aunque me he enfrentado a situaciones críticas, también he sabido extraer la parte positiva todos los días que allí he estado.
Desde mi punto de vista me parece muy enriquecedor el haber podido trabajar con un equipo multidisciplinar. Esto hace que, ante una misma problemática, la información sea más específica desde los diferentes campos, así como la manera de solucionarlo. He tenido la oportunidad de acercarme a los pacientes como psicóloga junto a los médicos y enfermeros, pudiendo ver también su forma de trabajar.
Ese tiempo, me hizo darme cuenta de la importancia que tienen los cuidados médicos y no médicos en el final de los días de una persona, y es que es muy importante que se den de la mejor manera posible a pesar de que el paciente se encuentre en una situación crítica. Muchas veces se piensa que los enfermos avanzados, que ya no se muestran reactivos, no sienten, ni escuchan, etc. Pero esto es inmoral. Una persona es una persona hasta el final de sus días. Al igual que a un bebé se le trata con mucho cariño, aunque no nos hable, a estas personas hay que tratarlas también con los mejores cuidados. Todos tenemos derecho a tener una vida digna hasta el final, con el menor dolor posible y arropados por nuestros familiares. Es decir, que la calidad de vida de los pacientes tenemos que intentar que sea óptima, y que no por ser enfermos terminales, se dejen de lado y no se escuchen sus necesidades.
Este trabajo te hace entender que hay necesidades que la medicina no puede cubrir, por eso es importante que se cree un espacio de comprensión y escucha activa para que tanto los pacientes como los familiares puedan expresarse libremente y esto es lo que ofrecía el Espacio de la Obra Social La Caixa. Tras estos meses en la Unidad de Cuidados Paliativos, he aprendido que darle la mano o charlar tanto con los pacientes como con los familiares, puede calmar el dolor y la angustia.
Para que la intervención psicológica en cuidados paliativos sea efectiva, es muy importante establecer un clima de confianza. Este es el principal objetivo en toda intervención, pero en este campo, cobra mayor importancia puesto que se indaga en los miedos y en las necesidades de los enfermos antes de morir, pero también de los familiares tras la pérdida.
Es importante que los enfermos se sientan arropados y respaldados por los profesionales hasta el final de sus vidas, tratando de cubrir todas las necesidades que puedan ir surgiendo a lo largo del camino.
Especial mención merecen los familiares de estos enfermos. La mayoría de ellos con total dedicación a su familiar, y aún sin tener nociones de medicina demostrando su capacidad y que la mejor medicina en estos casos es el cariño y la compañía. A pesar de esto, es importante cuidar a los cuidadores puesto que en estos momentos de vulnerabilidad el enfermo puede ser muy demandante y sobrecargarlos. Para los familiares el apoyo psicosocial juega un papel importante para que una vez fallecido el enfermo tengan herramientas para desarrollar un duelo satisfactorio.
En Cuidados Paliativos, desde mi punto de vista, uno de los puntos importantes para la intervención sería la centrada en cuidar del cuidador. Esto es, si el paciente está bajo los cuidados de una persona que se encuentre muy sobrepasada por la situación, o con mala salud, estos cuidados no serán los mejores. Por eso, es importante centrarse en el bienestar del cuidador y atender sus necesidades al igual que al enfermo, ya, que, si este cae enfermo, el paciente se verá influenciado negativamente.
El trato en esta unidad es mucho más cercano. En otras unidades se habla de los pacientes como “el enfermo de la 15” “l pulmón de la 4”, etc. en esta unidad, se conoce de cerca la historia de cada paciente y esto hace que cada paciente sea único teniendo en cuenta los problemas específicos de cada uno y atendiendo a sus necesidades desde la profesionalidad, pero con una actitud más cercana.
En la sociedad en la que vivimos la muerte sigue tratándose de un tema tabú, y esto no debería ser así, debemos normalizar este desenlace ya que no hay nada que forme más parte de la vida que la muerte. Si esto estuviera normalizado, las personas tendrían más trabajado su lado espiritual.
Para mi experiencia personal esta oportunidad ha sido única. Me han dado consejos que no voy a olvidar nunca, además, de hacerme ver que cuando vivimos sin enfermedad, lo hacemos rápido sin darnos cuenta de todo lo bueno que tenemos alrededor, que solo nos centramos en las cosas materiales, pero que cuando vemos que la vida se va a acabar, esto cambia, y empezamos a darle más importancia a aquellas cosas que de verdad nos hacen felices, como un abrazo, una sonrisa, el calor de nuestros seres queridos, o simplemente mirar el paisaje.
Hay que abrir la mente y ver en cada momento el paciente que tenemos delante, que es un ser único, para así poder proporcionar los cuidados específicos en cada caso, sin juzgar y con todo nuestro respeto puesto que la fase final de la vida es la fase más importante de la misma.
Me siento satisfecha, por aprender como psicóloga y como persona a acompañar a los pacientes y sus familias, a calmarles e incluso a sacarles una sonrisa. Todo esto, aprendiendo a controlar también mis propias emociones. Estoy muy agradecida a todo el esquipo que compone la Unidad, por todo lo que me han enriquecido como persona y como profesional.
Cristina Gómez García