En cuidados paliativos convivimos cada día con la vulnerabilidad, el amor, el miedo, la despedida… y también con una enorme humanidad. Saber que nuestro trabajo alivia, sostiene y da sentido en momentos tan duros es el mayor reconocimiento que podemos recibir.
Gracias a todas las familias que nos permiten entrar en su historia, en su intimidad y en su dolor. Gracias por confiar, por abrir el corazón, por permitirnos cuidaros.
Gracias al Programa para la Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas de la Fundación «la Caixa», que hace posible que podamos dedicarnos a este trabajo tan necesario.
Y gracias a los equipos que, con delicadeza y profesionalidad, caminamos juntos incluso cuando las palabras ya no alcanzan.
La muerte nunca es fácil, pero el acompañamiento siempre puede ser digno, sereno y lleno de respeto.
Seguimos trabajando desde la escucha, la presencia y la cercanía.
Gracias por recordarnos el valor de lo que hacemos. Acompañar en el final de la vida es un privilegio.





