Es uno de los innumerables aprendizajes, que me enseñó la persona que me ha acompañado durante mi paso por Cuidados Paliativos, y que más timbran mi experiencia en este camino.
Nunca había presenciado tanto respeto, humanidad, ni consideración, hacia alguien que se encuentra en una condición tan vulnerable, física y emocionalmente, como he podido percibir en este ámbito, y especialmente con las profesionales que me he formado.
¡Son guardianas, que custodian la dignidad de los pacientes!
Gracias por permitir contagiarme de la calidad con la que trabajáis. Por enseñarme la importancia de individualizar cada caso, así como de ver más allá de lo expuesto en un manual sobre enfermedad y dirigir el foco hacia la persona. Por mostrarme que la atención psicológica o médica no persigue tanto el objetivo de curar, ni tampoco de “hacerlo todo”, sino quizás, de “hacerlo bien”. Por descubrirme que acompañar a alguien que sufre una enfermedad avanzada, implica priorizar sus tiempos, aunque eso suponga colocarnos en segundo lugar, llamar a su puerta suavemente, e incluso a veces retirarnos con la sensación de “no haber hecho nada”. Hasta que un día, su puerta se abre, y entramos a tratar aquellos asuntos más íntimos y privados que le rodean. Pero gracias también por ayudarme a expresar los míos propios, y darme un lugar seguro entre vosotras, donde poder hacerlo.
Me llevo muchos aprendizajes valiosos de esta experiencia, pero sobre todo, que si alguna vez has de transitar por una enfermedad dura y limitante, va a haber profesionales que te cuiden, y te acompañen en ella. Y lo más importante, que nunca dejarán de mirarte.
Marta Bustos Dolz. Residente de Psicología Clínica III. Complejo Asistencial de Zamora.