Experiencia «La humanidad del cuidado»

Mi experiencia empieza antes de iniciar la rotación en Cuidados Paliativos. Empieza cuando, erróneamente, tiempo antes de empezar la rotación comienzo a anticipar y pensar: que difícil va a ser, que rotación más complicada… todo ello, acompañado del miedo que iba de la mano de estos pensamientos.

Que paradójico que aquel lugar que tanto miedo me daba, tantas inseguridades me despertaban, fuera el lugar en el que sentirme segura, sentirme cuidada y en el que aprender tanto. Aprender no sólo de algo tan desconocido y natural como es la vida y la muerte sino, también aprender sobre la intervención psicoterapéutica (una muy humana), de los vínculos, de los duelos, de los tiempos de estos, aprender desde dónde ni las prendas blancas con forma de bata, ni las mesas de despacho, consiguen alejarte de la persona que está frente a ti.

Gracias por ser mi morfina durante mi periodo de formación en la residencia, ese tratamiento que, ante el desconocimiento, nos asusta e impacta, pero que una vez sabemos lo que es, lo que implica y logramos integrar y aceptar, nos ayuda a respirar en esos momentos más difíciles que existen en esta montaña rusa que es la residencia, eso sí, SIN SEDAR.

Gracias por enseñarme sobre el cuidado paliativo siempre desde el cuidado y el respeto por las personas.

Gracias a Teresa, a Suli, a Mª José, a Nuria y, especialmente, GRACIAS Melda por el acompañamiento durante mi trayecto profesional y personal.

Soraya Quílez Molero. Residente de Psicología Clínica (PIR4). Complejo Asistencial de Zamora.

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