Cuidados paliativos en el Hospital Los Montalvos… un conjunto de palabras que se queda
marcado en cada persona que pasa por ahí; desde pacientes y sus familiares, hasta
médicos, enfermeros, psicólogos y practicantes. Eso sin mencionar al resto del equipo
que hace a Los Montalvos ser lo que es.
Para muchos pacientes, es el sitio en el que van a coger fuerzas cuando el tratamiento
los ha dejado tan flojitos que continuar sería más perjudicial que benéfico. Para otros,
el último lugar en el que ven a sus seres queridos. Las habitaciones ven de todo día a día,
y ojalá pudieran hablar para contar todo lo que pasa dentro de cada una de ellas:
reencuentros, despedidas, reconciliaciones y alguna que otra visita “prohibida”, todo
con el fin de que cada uno de los pacientes esté lo mejor posible. Cuatro paredes que
acogen durante algún tiempo a una persona, sus esperanzas, sus deseos, sus
frustraciones, y, en la mayoría de los casos, a sus familiares, quienes resisten y viven el
proceso de la enfermedad intentando de todo; desde alegrar los días de la persona a la
que acompañan, dejar todo en orden, acompañarle en los momentos más duros o
simplemente animarle para seguir adelante.
Los médicos son uno más excepcional que el otro, atienden a cada persona de una forma
tan humana y cercana que deberían ser el modelo a seguir de muchos otros
profesionales dentro de este ámbito. A pesar de que las noticias en la gran parte de los
casos son muy duras y difíciles (tanto de comunicar como de recibir), siempre lo hacen
centrándose en el paciente y su familia, en que lo entiendan y lo reciban de la mejor
manera posible. Si en algún momento necesitara la atención de cuidados paliativos, sin
duda los elegiría como los profesionales encargados de mi cuidado.
De momento, por suerte, solo estuve ahí durante algunas semanas, haciendo las
prácticas del máster de psicología con el equipo de atención psicosocial, en concreto
con los psicólogos. Me gustaría encontrar las palabras justas para describir todo lo que
crecí y aprendí durante este tiempo. Aprendí a ver la vida y la muerte de una forma
totalmente diferente, a que no podemos ayudar a cada persona, porque es necesario
que quieran la ayuda; a que a veces lo que más necesita una persona es la compañía o
que lo escuchen, y sobre todo la importancia de estar tranquilo y en paz en el momento
de partir. Me di cuenta de las herramientas que tengo como psicóloga, y el conocimiento
que fui adquiriendo durante toda mi formación, de la manera en la que me expreso y lo
mucho que se puede ayudar desde nuestra profesión. Descubrí mi forma de acercarme
y también aprendí a distanciarme de las situaciones en las que, por una u otra razón, no
seré capaz de ayudar. Durante 7 semanas tuve la posibilidad de ver intervenir a dos
grandes psicólogos de formas diferentes, dándome la oportunidad de coger y hacer mío
un poquito de cada uno de ellos, su forma de hablar, su trato hacia las personas, su
naturalidad al hablar con los demás, su gran habilidad para estar cuando las personas
los necesitan, sus ganas de ayudar, sus habilidades para escuchar, sus conocimientos,
entre muchas otras cosas, y por esto me siento profundamente agradecida.
Cuidados paliativos en el Hospital Los Montalvos… un conjunto de palabras que, sin duda
alguna, a mí me marcó.
Regina González Dagda