En mi entorno ha habido varias muertes cercanas, por lo tanto, no tengo muchos problemas para imaginarme el dolor, la tristeza, el impacto de la noticia…pero todas han sido por accidentes o tras enfermedades muy cortas.
Esta rotación me ha permitido ver el proceso “ampliado”: las formas de afrontamiento, la reacción de la familia, la fase de aceptación, de ira…
Para un psicólogo creo que es una rotación que te ayuda entender al ser humano más básico, cuando deja de acordase de las “tonterías” del día a día y se enfrenta con lo que importa: ¿qué ha hecho hasta ese momento y qué puede hacer para seguir aquí?
También creo que es importante para tratar los duelos en dispositivos como el C.S.M. La angustia de muerte puede ser una “sordera” que nos incomode, y no exploremos bien las situaciones, por propios miedos o por no saber cómo hacerlo. El compartir y acompañar algunos procesos de ayuda con ese miedo.
Personalmente me llevo el cariño de los pacientes, del equipo, unas cuantas reflexiones personales sobre mi final de vida y un entrenamiento en autocontrol emocional.
Elena Ballesteros. Residente de Psicología Clínica del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid