QUE SIGNIFICAN PARA MÍ LOS CUIDADOS PALIATIVOS

Cuando se empieza a ejercer la medicina, el pensamiento común es ¡voy a salvar vidas!

Nadie, o muy pocos, analizan ese proceso complejo que implica morir.

Pero tu opinión cambia cuando pisas por primera vez la unidad de cuidados paliativos.

Se acabó la posición médico-paciente. Te sientas al lado de una cama con el único propósito de acompañar, de escuchar, de aliviar. Tres palabras olvidadas en muchas ocasiones y que te atrapan en esta rotación.

Cambias tu perspectiva de los pacientes y de tu labor como médico. Es más, se acaba la palabra paciente o enfermo, pasan a ser personas que necesitan ayuda para terminar la fase que continua a la vida.

Nos da miedo la muerte, algo lógico pues nadie se atrevería a decir en la plenitud de la vida que quiere morir. Por eso deseamos tanto curarles, porque pensamos en nosotros mismos y que querríamos si estamos en esa situación. Sin embargo, mientras no se vive ese periodo o pasas por esa fase no puedes saber qué es lo realmente correcto y necesario.

La rotación de cuidados paliativos, no solo te completa profesionalmente, sino también en lo personal. Todos aquellos problemas banales que te atormentan pasan a segundo plano, y aquellos a los que no nos queremos enfrentar salen a flote.

Te enfrentas a pacientes con un dolor físico y emocional muy grande. Ahí aprendes a tratar ambos dolores, el físico con nuestros conocimientos profesionales y los emocionales con paciencia y escucha activa.

En mi caso, esta rotación me ayudó a superar esos miedos y angustias que implican la muerte de seres queridos. Piensas siempre que podrías haber ayudado más, pero gracias a esta rotación aprendí que la muerte es el final de la etapa de vivir y el acompañar a tus seres queridos es lo más gratificante de todo.

Con esta rotación me quedo con que llorar no es malo, que no siempre podemos estar felices, que sentarse al lado de una persona enferma y escucharla tiene más valor que intentar curarla a cualquier precio.

Me gustaría poder transmitir a todos aquellos que temen esta rotación, que sean valientes y que descubran otro tipo de medicina, no solo una medicina que implica conocimientos médicos sino también humanos.

Merece la pena pasar por estas situaciones, porque te cambia la vida.

Me quedo con lo aprendido y con las tres palabras que tendré siempre presentes cuando trate con pacientes: ACOMPAÑA, ESCUCHA Y ALIVIA.

Por último dar las gracias al equipo de cuidados paliativos de Zamora: Nuria, Melda y Mº José. No solo grandes profesionales, sino también grandes personas. Gracias por ayudarme en esta rotación, y gracias por todo lo aprendido. Con vosotras me quedará, contra todo pronóstico, un recuerdo maravilloso de la rotación.

Helena Fernández González. R3 Medicina Familiar y Comunitaria. Zamora.

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